Que toda tu risa, le gane ese pulso al dolor...

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miércoles, 18 de mayo de 2016

Ojos marrones.

"Tú siempre con tus inseguridades".

Ella era de esas personas que miraban las cosas con la mirada de un niño, con entusiasmo, como si fuera la primera vez que las veía, aunque las hubiera visto mil veces antes.

Quizás tuvo que madurar demasiado pronto. Mucho antes de lo que ella hubiese querido.
Quizás la vida no le fue fácil, y aquella mariposa tuvo que dejar de ser gusano antes de tiempo.
Tuvo que enfrentarse a lo que es volar y caer. Una y otra vez.
A lo que es volar y darte cuenta de que el viento no sopla a tu favor, que haya numerosas tormentas que te impiden avanzar. 

Tormentas que te recuerdan que no puedes más. Y que vienen de dentro.

Ella.
Tan madura y pequeña a la vez.
Tan sumamente frágil que una gota de lluvia podía romperla.
Tan fuerte.

Lloraba hasta que sus mejillas escocían, hasta que parpadear era incómodo por sus largas pestañas mojadas.
Otras veces, no lloraba. Aunque quisiera.
Se guardaba todo su dolor para ella sola. Lo guardaba en el rincón de los desastres.

Odiaba echar de menos. Y, sin embargo, lo hacía cada día.
Lo que echaba de menos es otra historia.

Pedía perdón por ser ella.
Y qué pena.
Ojalá pudiera verse de otra forma. Ojalá admirara sus alas. Todo el color que podían desprender si ella las dejara.
Ojalá admirara ese color marrón, esos ojos achinados cuando ríe, esas ojeras, esa mente.

Ojalá se quisiera.
Ojalá quisiera todo el desastre que era.

Ojalá no hubieran existido esas tormentas.
Ojalá una nube gris no estuviera sobre su cabeza. Nube que ella misma mantiene, como bien decía A.

Ojalá el mundo no le hubiese hecho creerse un caos. Ojalá ella no se hubiese hecho creer a sí misma que es un caos.

Ojalá pudiera volar todo lo que quisiera.
Ojalá esa rosa marchita de invierno floreciera ya.
Porque a ella le encanta la primavera.

[...]

La sensación de un hueco. Una ausencia, como agua negra, a la que se asoma y en la que ve reflejada lo que es: su propia ausencia, su vacío.
Y es que su mayor problema, era ella misma.

Esos ojos marrones guardaban tantas cosas...
Qué pocos podían verlas.
Qué poco las veía ella.

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