Que toda tu risa, le gane ese pulso al dolor...

Que toda tu risa, le gane ese pulso al dolor...

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hogar.

Hace unos meses parecía que estaba deseando que todo acabara y largarme de aquí. Pero al fin y al cabo, lo único que quería es que todo lo que parecía que acabaría conmigo y me dolía, acabase.
Pero no irme de aquí.  
Y quién que haya pisado esto, querría irse.

Recuerdo que el día que empezó todo, cómo quería que el mundo me tragase. 
Y, ahora...cuando me doy cuenta de que todo llega a su fin, desearía poder estar aquí todo el tiempo que quisiera, desearía no haber sido tan tonta de haber sentido eso.
Desearía poder repetir todos y cada uno de los momentos que he vivido aquí, todos los buenos y malos, todos los que han acabado cambiándome, para bien.


Tengo miedo.
Mi vida va a cambiar tanto que asusta; me abruma volver a empezar de cero.
Quién me iba a decir a mí que iba a echar de menos hasta subir esas escaleras tan infernales e interminables cada mañana, el rinconcito de siempre, o ver La Alhambra cada día. 
Llegar tarde todas las mañanas y tener que bajar una cuesta enorme corriendo para intentar llegar lo más pronto posible.
Ver cada día, a las 7:30, a la persona que lleva conmigo desde los 3 años. 
Y que me de el primer abrazo cálido del día, 
me saque la primera sonrisa.
Las guerras de agua en la fuente, sea verano o invierno, y más aún las guerras de rotuladores en las que siempre acababa perdiendo. 
Las canciones chorras a partir de las 9:15 y tres mesas juntas.
Los bollos con chocolate.
Morirme de frío en invierno y pelearnos en clase de Geografía para ver quién consigue sentarse antes más cerca del radiador.

Los abrazos.
Mis amigos.
La familia que he elegido.

Todas y cada una de las personas que he conocido aquí y que se han ganado un pedacito de mí... que me han marcado..

He vivido tantas cosas y he hecho otras mil que jamás habría pensado que haría...me llevo TANTO de aquí.
Me llevo tanto cariño que no me han dado con tantísima intensidad en ningún otro sitio nunca.

Y duele tanto tener que dejar tantas cosas atrás.

Supongo que para todos, ha sido un poquito como nuestra segunda casa. Para unos más que para otros, pero, para todos.