Nunca creyó en los finales felices porque, lógicamente, si es un final, no es feliz, ¿no?
No tenía todo lo que quería, pero nunca rechazó nada de lo que tenía.
Pocas veces se conformó, y nunca supo como cooperar con la persona que estaba frente a su espejo, y, joder, mira que lo intentó.
Pudo llegar a entender que las sonrisas pueden estar pintadas de tristeza y que algunas, no significan absolutamente nada...
Y también entendió que las peores cicatrices no son esas que te has hecho al hacerte algún rasguño. No son esas que se ven por fuera...
Era frágil
y un montón de monstruos a la vez.