Que toda tu risa, le gane ese pulso al dolor...

Que toda tu risa, le gane ese pulso al dolor...

miércoles, 29 de julio de 2015

Silencios que quieren gritar, risas que quieren llorar.

Me siento como si estuviera en una de esas arenas movedizas en las que cuanto más te mueves más te hundes. En las que cada paso que das es como si dieras treinta hacia atrás. Estoy perdida en mitad de esa arena y nadie me encuentra. Ni siquiera yo sé encontrarme. 

Duele ver la forma en la que me he quedado estancada, no saber qué hacer para que desaparezcan estas constantes ganas de llorar, de gritar, de sacar todo lo que tengo dentro y no poder. 
Me repugna tener la sensación de que siempre hay algo en medio. De que siempre va a estar.
Me duele no saber qué hacer para sentirme bien. Para poder respirar tranquila. Me duele que no deje de doler, no poder dejar de sentirme pequeña y débil ante todo. Y me duele aún más no saber qué hacer para que nadie se sienta mal por mi culpa.

Estoy cansada. Muy cansada.

Ojalá pudiera quedarme siempre en ese abrazo que me da y que aprieta mucho más que este puto nudo en la garganta. En ese abrazo que hace que por un momento todo me de igual. 

Vuelvo a sentirme como ese globo que está a punto de explotar porque tiene demasiado aire en su interior. 
"Los globos, si se liberan, si se explotan, pueden llegar muy alto. Recuerda eso, porque tú puedes llegar así de alto o más"; supongo que esas palabras, desde aquel 28 de Octubre, son lo único que me consuela cuando me siento así.

Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma. Supongo que sí. 
Pero a mí esta tormenta se me está haciendo eterna. Y solo quiero poder ver el Arco Iris...

Seguro que duele menos destrozarme con un golpe contra el suelo ya que seguir cayendo en todo este vacío. Qué sé yo. Elena nunca sabe nada.

Dime qué hago... ayúdame a tirar el muro que me estorba, por favor. Que nos estorba.

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